Una investigación de climatólogos estadounidenses concluye que al final de este siglo alrededor de la mitad de la población mundial sufrirá de hambre.
El problema ya existe: Aproximadamente mil millones de personas en este planeta padecen de hambre. Por consiguiente, las Naciones Unidas acordaron en la Declaración de Milenio que el objetivo para el final de este siglo será de satisfacer las necesidades alimenticias de todas personas.
El problema ya existe: Aproximadamente mil millones de personas en este planeta padecen de hambre. Por consiguiente, las Naciones Unidas acordaron en la Declaración de Milenio que el objetivo para el final de este siglo será de satisfacer las necesidades alimenticias de todas personas.
“Si no tomamos medidas en relación al cambio climático, tenemos que prepararnos para pérdidas en la producción agrícola de hasta 40 por ciento” dice David Battisti, climatólogo estadounidense en la Universidad de Washington en Seattle.
David Battisti y sus colegas en la Universidad de Washington investigaron en qué dimensiones afectará el cambio climático el suministro de alimentos. Como documento de referencia utilizaron diferentes modelos del más reciente informe del Panel intergubernamental del cambio climático, que hace poco recibió el premio Nobel.
Son necesarios cambios fundamentales
Según David Battisti, el cuello de botella en el abastecimiento de alimentos de este siglo superará todo lo conocido del siglo veinte. Cuando en 1972, después de una ola de calor en Ucrania, las reservas de la desaparecida Unión Soviética experimentaron una escasez grave, la solución fue la importación de alimentos.
En un mundo “estufa” en el cual viven más que nueve mil millones de personas, no será posible contar con superávits alimenticios. “Si queremos mantener el nivel de cosechas de hoy, tenemos que cambiar la agricultura fundamentalmente”, sugiere Battisti.
Habría que desarrollar mejores y más baratos métodos de irrigación para los países en desarrollo y nuevas clases de granos que sean resistentes al calor intenso. No obstante, el creación de nuevas clases de granos tardará décadas, y estamos luchando a contrarreloj: es posible que aproximadamente la mitad de las personas en 2100 estarán amenazadas por el hambre y, en consecuencia, se pondrán en marcha rumbo a zonas climáticas más templadas.
En un mundo “estufa” en el cual viven más que nueve mil millones de personas, no será posible contar con superávits alimenticios. “Si queremos mantener el nivel de cosechas de hoy, tenemos que cambiar la agricultura fundamentalmente”, sugiere Battisti.
Habría que desarrollar mejores y más baratos métodos de irrigación para los países en desarrollo y nuevas clases de granos que sean resistentes al calor intenso. No obstante, el creación de nuevas clases de granos tardará décadas, y estamos luchando a contrarreloj: es posible que aproximadamente la mitad de las personas en 2100 estarán amenazadas por el hambre y, en consecuencia, se pondrán en marcha rumbo a zonas climáticas más templadas.
Deutsche Welle