Paralelamente alrededor de 4 millones de bolivianos habían sido convocados a las urnas para decidir acerca del futuro político de los prefectos de ocho de nueve provincias. Seis de ellas, en manos de la oposición. En las cuatro provincias que exigen una mayor autonomía -Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija- que raya en el separatismo, los prefectos fueron ratificados en su cargo y salen tan fortalecidos como el propio presidente Morales. La Paz y Cochabamba han revocado a los prefectos contrarios al presidente; Oruro, por el contrario, ha revocado al prefecto del mas.
Rumores de turbulencias
Según Gottfried Stein, corresponsal de la cadena alemana ARD, el gobierno boliviano lee en los resultados un amplio respaldo de su población, a pesar del caso de Oruro. Sin embargo, si bien éstos mantienen en la presidencia a Morales, “no solucionan el conflicto entre el bando socialista de Evo y la oposición conservadora en las provincias ricas: todavía no está claro que los prefectos de Cochabamba y La Paz acepten su derrota”, analiza Stein quien asevera que crece el rumor de que las “provincias ricas” podrían más temprano que tarde poner en vigor el estatuto autonómico -considerado ilegal por gobierno central.
Oportunidad histórica desaprovechada
Por otro lado, según Stefan Jost, politólogo y catedrático de la Universidad de Tréveris,
el proyecto de refundación del sistema político de Bolivia se ha encontrado con un muro de contención y coincide en que los bandos están empatados.
“Las metas que desde el 2006 persigue el Movimiento al Socialismo –que incluyen la nueva constitución- han logrado que surja un movimiento opositor muy fuerte. Más que estructuras políticas, se oponen al MAS principalmente regiones enteras y su disgusto se encarna en la exigencia de mayor autonomía para esas provincias”, recalca Jost, quien entre 1993 y 2001 dirigió la oficina de la Fundación Konrad Adenauer en Bolivia.
En su opinión, a pesar de su espectacular éxito en las elecciones de 2005 y de esta masiva ratificación, el gobierno de Morales es el gobierno más débil de la región, algo que se origina en sus errores en los campos de la política de autonomías y en sus reformas constitucionales.
"La democracia boliviana ya no está caracterizada por un pacto de sus élites, sino por posiciones cada vez más antagónicas; esto paraliza y hace peligrar la democracia”, dice Jost y concluye: “El presidente Morales se encuentra en medio de los frentes que él mismo ha creado, una salida realista no se avizora.
“Las metas que desde el 2006 persigue el Movimiento al Socialismo –que incluyen la nueva constitución- han logrado que surja un movimiento opositor muy fuerte. Más que estructuras políticas, se oponen al MAS principalmente regiones enteras y su disgusto se encarna en la exigencia de mayor autonomía para esas provincias”, recalca Jost, quien entre 1993 y 2001 dirigió la oficina de la Fundación Konrad Adenauer en Bolivia.
En su opinión, a pesar de su espectacular éxito en las elecciones de 2005 y de esta masiva ratificación, el gobierno de Morales es el gobierno más débil de la región, algo que se origina en sus errores en los campos de la política de autonomías y en sus reformas constitucionales.
"La democracia boliviana ya no está caracterizada por un pacto de sus élites, sino por posiciones cada vez más antagónicas; esto paraliza y hace peligrar la democracia”, dice Jost y concluye: “El presidente Morales se encuentra en medio de los frentes que él mismo ha creado, una salida realista no se avizora.
El referendo no solucionará la crisis. El gobierno de Morales ha perdido la histórica posibilidad de un nuevo comienzo y ha sumergido a Bolivia en una conflictiva fase de transición”.
Deutsche Welle