Hambre, epidemias, guerras: la rutina del horror en el mundo ha dominado cada cumbre de los principales países industrializados más Rusia (G8). Sin embargo, el club de los poderosos, que se dará cita del 7 al 9 de julio en la norteña isla nipona de Hokkaido, enfrenta un nuevo desafío: los problemas se multiplican y se está gestando una mezcla explosiva.
Pensar en término de plantillas -un fondo de ayuda aquí, un programa de desarrolla allá- apenas alcanzará para dominar los peligros.
Más que nunca, los jefes de Estado y gobierno de Estados Unidos, Canadá, Rusia, Japón, Francia, Reino Unido, Italia y Alemania deberán superar diferencias y unir sus fuerzas políticas y económicas. Es dudoso que pueda haber acuerdo en temas centrales con el saliente mandatario norteamericano George W. Bush.
La política debe romper con un círculo vicioso. La demanda de la energía permanece alta especialmente por las economías de China e India, de elevado crecimiento, mientras a corto plazo la oferta apenas se modifica. Además los mercados financieros internacionales especulan con el crudo. Los gobiernos, que temen ver afectado su propio crecimiento económico, parecen impotentes.
Allí donde se consume gran cantidad de combustibles fósiles como petróleo también es mayor la emisión de los gases que causan el efecto invernadero. Estados Unidos y China lideran a los «contaminantes» globales. Pero ya se han cobrado su precio.
Que el gobierno chino aumente los precios de la gasolina, controlados por el Estado, no busca precisamente hacer más ahorrativos a los ciudadanos, sino reducir la gigantesca factura petrolera, que ahora es pagada parcialmente por los ciudadanos. También los estadounidenses, malacostumbrados durante décadas a bajos precios de combustible, se despiden de vehículos de gran potencia.
Ecología y hambre
Además Europa enfrenta la acusación que sus ambiciosas metas de protección climática causen el hambre, y que gobiernos de África, Asia y América Latina sucumban ante el alza global de precios y deforesten bosques tropicales, baluartes contra el cambio climático.
Pocas ideas han perdido credibilidad tan rápidamente como el intensificado uso del biocombustible, la producción de combustible a partir de las plantas.
Las metas de protección climática vinculantes, un acuerdo comercial global a favor de los países más pobres o un saneamiento de la economía norteamericana, cuyo mal estado perjudica a los socios, serán responsabilidad el 2009 del próximo presidente estadounidense: el demócrata Barack Obama o su rival, el republicano John McCain.
Martin Romanczyk -Deutsche Welle