La investigación es revelada en su edición de este viernes por el diario británico The Guardian, indicando que el trabajo no se hizo público a fin de no confrontar con los gobiernos de Estados Unidos y de Europa.
El análisis de Don Mitchell, un veterano economista del BM, fue concluido hace dos meses -dice el artículo- pero no se divulgó porque contradice la visión de los asesores de la Casa Blanca para quienes estos carburantes sólo inciden en un 3% en la crisis alimentaria.
Contrariamente, el estudio de Mitchell, dice que los precios de los alimentos bajo análisis treparon un 140% desde 2002 y sólo el 25% de las causas de estos incrementos se debe a otros factores como sequías y el aumento en los valores del petróleo y los fertilizantes.
"Si los precios de los alimentos suben aún más y los del petróleo se mantienen, algunos gobiernos ya no podrán alimentar a su población y, al mismo tiempo mantener la estabilidad de sus economías", advirtió en una reunión en Washington.
"El cuadro es de un mundo en crisis", aseveró al presentar un informe del FMI que, entre otras cosas, señala a Haití, Nicaragua y Honduras como los países más vulnerables en América Latina.
La visión del FMI coincide con el análisis del Banco Mundial al que tuvo acceso The Guardian, al denunciar que los subsidios de Europa y Estados Unidos a los biocombustibles añaden "tensión" al mercado mundial de alimentos.
El análisis de Mitchell, del Banco Mundial, por su parte, señala que uno de los factores que disparó los precios de los alimentos son los incentivos oficiales a los productores para que destinen más superficie cultivable a la producción de granos aptos para biocombustibles.
Los líderes de las potencias industriales tienen como principales puntos de su agenda la crisis alimentaria, la escalada del precio del petróleo y la lucha contra el cambio climático, entre otros.
Mientras algunos creen que las evaluaciones del Banco Mundial, el FMI y organizaciones de la ONU como la FAO, ejercerán cierta presión sobre estos dirigentes, otros se muestran escépticos con los resultados concretos de la cumbre.
De lo que nadie duda es que el cuadro que presentará el mundo en esta ocasión difiere en forma considerable a la descripción que hicieron los gobernantes de estas naciones en la última cumbre realizada en Alemania, el año pasado.
En esa oportunidad, cuando el barril de petróleo rondaba los US$75 (un precio considerado alto en ese entonces), diagnosticaron de "saludable" a la economía global.
BBC