El 19 de marzo de 2003 la decisión estaba tomada: habría guerra en Irak. Con, o sin Naciones Unidas. Con, o sin armas de destrucción masiva. Con, o sin Francia y Alemania. Pasados cinco años, es hora de hacer balance.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), uno de cada cinco iraquíes, 2,7 millones de personas, se han visto obligados desde 2003 a abandonar sus hogares. La ONG Comité de Rescate Internacional, con sede en Nueva York, habla de cuatro millones de desplazados en Irak.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud sitúa en 151.000 el número de civiles muertos a consecuencia de esta guerra. La cifra no se obtiene de un recuento directo de cadáveres, sino a través de estadísticas y probabilidades, de ahí que oscile dependiendo del organismo entre los 60.000 y los 600.000 fallecidos. Unos 4.000 soldados han perdido la vida en Irak, 60.000 han resultado heridos. Estados Unidos ha dedicado al conflicto aproximadamente 500 millones de dólares. El coste para Irak, en destrucción de infraestructuras y desorden económico, político y social, tardará en prestarse a las cuentas.El 20 de marzo de 2003, 19 países europeos iniciaron junto con Estados Unidos el ataque a Irak. De ellos, seis eran miembros de la Unión Europea de aquel momento, formada por 15 Estados, y otros diez ingresaron en 2004 y 2007 en la comunidad, que ahora tiene 27 socios. Los tres restantes, Albania, Bosnia-Herzegovina y Georgia, eran y siguen siendo aspirantes al club.
Los gobiernos europeos que apoyaron la coalición extraoficial de Bush, desde Holanda hasta Polonia, han tenido que luchar contra un mismo problema: la oposición masiva de sus sociedades a la participación en la guerra. La retirada de tropas más espectacular fue la de España, antecedida por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y por la derrota electoral del candidato de José María Aznar, Mariano Rajoy.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud sitúa en 151.000 el número de civiles muertos a consecuencia de esta guerra. La cifra no se obtiene de un recuento directo de cadáveres, sino a través de estadísticas y probabilidades, de ahí que oscile dependiendo del organismo entre los 60.000 y los 600.000 fallecidos. Unos 4.000 soldados han perdido la vida en Irak, 60.000 han resultado heridos. Estados Unidos ha dedicado al conflicto aproximadamente 500 millones de dólares. El coste para Irak, en destrucción de infraestructuras y desorden económico, político y social, tardará en prestarse a las cuentas.El 20 de marzo de 2003, 19 países europeos iniciaron junto con Estados Unidos el ataque a Irak. De ellos, seis eran miembros de la Unión Europea de aquel momento, formada por 15 Estados, y otros diez ingresaron en 2004 y 2007 en la comunidad, que ahora tiene 27 socios. Los tres restantes, Albania, Bosnia-Herzegovina y Georgia, eran y siguen siendo aspirantes al club.
Los gobiernos europeos que apoyaron la coalición extraoficial de Bush, desde Holanda hasta Polonia, han tenido que luchar contra un mismo problema: la oposición masiva de sus sociedades a la participación en la guerra. La retirada de tropas más espectacular fue la de España, antecedida por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y por la derrota electoral del candidato de José María Aznar, Mariano Rajoy.
Cinco años después, la guerra continúa. La inseguridad domina Irak, el fundamentalismo religioso se adueña del país, el terrorismo islámico ha echado raíces, el Gobierno en Bagdad no tiene la situación bajo control. Estados Unidos no logra siquiera reducir su contingente de personal entre el Tigris y el Éufrates.Sin embargo, Irak recordará para siempre a Europa que en la unidad ha logrado mucho, pero un fracaso se repite una y otra vez: en el mundo, la UE sigue sin hablar con una sola voz, rota entre el seguidismo a Estados Unidos y un intento de política propia.
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