Cargados de buenas intenciones y con el shock de la II Guerra Mundial aún muy fresco en las retinas, los integrantes de las Naciones Unidas aprobaron hace seis décadas la Declaración Universal de Derechos Humanos. Este aniversario, sin embargo, no induce a festejos, sino más bien a hacer un balance. Y éste no es precisamente alentador, según Amnistía Internacional, que acaba de presentar su informe anual, una vez más plagado de atropellos a la vida y la dignidad de los habitantes de decenas de países.
Avances no satisfacen
“La injusticia, la desigualdad y la impunidad son hoy las marcas distintivas de nuestro mundo. Los gobiernos tienen que actuar ya para acabar con el abismo que separa lo que se dice de lo que se hace”, señaló la secretaria general de Amnistía Internacional, Irene Khan.
En la mira está ahora China. Faltando poco más de dos meses para el comienzo de los Juegos Olímpicos, AI afirma que la esperanza de que esa oportunidad sirviera para acabar con las violaciones de Derechos Humanos en el país más poblado de la Tierra se ha visto defraudada.
Las culpas de Occidente
Tampoco los países occidentales salen muy bien parados del examen a que los somete Amnistía Internacional, pese a su carácter democrático. La secretaria general de la sección alemana de AI, Barbara Lochbilder, subrayó en Berlín que la actitud adoptada por algunos de estos gobiernos en aras de la lucha contra el terrorismo ha provocado retrocesos en la materia, haciendo referencia a Guantánamo y otros centros de reclusión secretos.
Tampoco Europa tiene las manos limpias. La lista de reproches incluye los serios indicios de que algunos países de la UE estuvieron involucrados en las detenciones secretas de la CIA y no tomaron medidas para evitarlas.
“¿Cómo pretenden la Unión Europea y Estados Unidos demandar de otros Estados el respeto a los derechos humanos si socavan de esa forma su propia credibilidad?”, preguntó Barbara Lochbilder
Deutsche Welle