Nunca falta un loco que arremeta contra los medios de comunicación, “carajeando” reporteros o rompiendo corotos que encuentre a su paso: es el fenómeno del micro-binladismo ..Es la opinión de Noé Pernía.
*Ese pequeño Bin Laden que todos llevamos por dentro
No son santos ni arcángeles quienes dirigen los medios masivos de comunicación, como tampoco son criaturas celestiales quienes atentan contra ellos.
La nuez del asunto es que nos metimos en un ping-pong de telenovela en el que la única regla del torneo es achacarle siempre la culpa al otro.
De esta manera nuestros bemoles y malestares o son culpa de la «cuarta república» o son culpa de «Hugo Chávez Frías», o lo que es lo mismo, o son culpa de la «oposición» o son culpa del «chavismo»…
Pero jamás nos ubicamos frente al espejo para verificar que culpables de nuestras tragedias cotidianas no lo seamos nosotros también.
Miramos a Osama Bin Laden como ese demonio oculto en las montañas… sin embargo, yo pienso que a veces llevamos un pequeño Bin Laden escondido detrás del escenario de nuestro raciocinio… un genio malo que en los peores instantes pone la emotividad en funcionamiento.
Rafael Jiménez Cataño, de la Pontificia Universitá della Santa Croce de Roma, habla de «microfundamentalismos» y utiliza este término sugestivo para domesticar un fenómeno que siempre se nos explica pero a gran escala, “su estructura básica está en fijar una forma excluyendo otras posibles, muchas veces debido a una falta de capacidad interpretativa”.
Jiménez Cataño advierte que, si bien fundamentalistas son el terrorismo de Al-Qaeda y la religión política de George Bush, «microfundamentalistas» son las actitudes individuales que nos llevan a excluir de golpe y porrazo la diferencia, aniquilando toda posibilidad de diálogo y entendimiento con el otro.
La clave parece estar en la «capacidad interpretativa», cosa que a veces tenemos pero que no utilizamos, quizá porque es más fácil seguir lineamientos foráneos que irrespetan nuestra propia inteligencia.
¿Que cuáles son esos lineamientos ajenos a nuestra propia inteligencia? Pensemos en el discurso del oficialismo, la narrativa tremendista de los medios estatales y privados, y el estrellato del periodismo epiléptico de histeria gallinácea consagrado en la opinión pública.
Se trata del «binladismo» nacido en los laboratorios del universo político y comunicacional de Venezuela, que a su vez, ofreció una dieta de odios envenenándonos con «micro-binladismos» que nos llevan al linchamiento de todo aquel y de todo aquello que no nos cuadren en la mente.
No creo que exagere si digo que una buena mayoría -en la que tengo que incluirme- hemos sufrido sobresaltos de «micro-binladismo», o también de «heterofobia», concepto que describe Fernando Savater en su diccionario de filosofía.
Si no, fíjense, nunca falta un loco que venga del chavismo o de la oposición, o simplemente de la patria negativa de la rabia que termine cayéndole a piedra a algún medio, pidiendo su cierre, hostigando a sus trabajadores, carajeando reporteros o rompiendo cuanto coroto encuentra cuando logra incursionar en las instalaciones de alguno de ellos.
Para que vean, que las dictaduras empiezan por uno mismo, por el virus de ese «micro-binladismo»(...)
La nuez del asunto es que nos metimos en un ping-pong de telenovela en el que la única regla del torneo es achacarle siempre la culpa al otro.
De esta manera nuestros bemoles y malestares o son culpa de la «cuarta república» o son culpa de «Hugo Chávez Frías», o lo que es lo mismo, o son culpa de la «oposición» o son culpa del «chavismo»…
Pero jamás nos ubicamos frente al espejo para verificar que culpables de nuestras tragedias cotidianas no lo seamos nosotros también.
Miramos a Osama Bin Laden como ese demonio oculto en las montañas… sin embargo, yo pienso que a veces llevamos un pequeño Bin Laden escondido detrás del escenario de nuestro raciocinio… un genio malo que en los peores instantes pone la emotividad en funcionamiento.
Rafael Jiménez Cataño, de la Pontificia Universitá della Santa Croce de Roma, habla de «microfundamentalismos» y utiliza este término sugestivo para domesticar un fenómeno que siempre se nos explica pero a gran escala, “su estructura básica está en fijar una forma excluyendo otras posibles, muchas veces debido a una falta de capacidad interpretativa”.
Jiménez Cataño advierte que, si bien fundamentalistas son el terrorismo de Al-Qaeda y la religión política de George Bush, «microfundamentalistas» son las actitudes individuales que nos llevan a excluir de golpe y porrazo la diferencia, aniquilando toda posibilidad de diálogo y entendimiento con el otro.
La clave parece estar en la «capacidad interpretativa», cosa que a veces tenemos pero que no utilizamos, quizá porque es más fácil seguir lineamientos foráneos que irrespetan nuestra propia inteligencia.
¿Que cuáles son esos lineamientos ajenos a nuestra propia inteligencia? Pensemos en el discurso del oficialismo, la narrativa tremendista de los medios estatales y privados, y el estrellato del periodismo epiléptico de histeria gallinácea consagrado en la opinión pública.
Se trata del «binladismo» nacido en los laboratorios del universo político y comunicacional de Venezuela, que a su vez, ofreció una dieta de odios envenenándonos con «micro-binladismos» que nos llevan al linchamiento de todo aquel y de todo aquello que no nos cuadren en la mente.
No creo que exagere si digo que una buena mayoría -en la que tengo que incluirme- hemos sufrido sobresaltos de «micro-binladismo», o también de «heterofobia», concepto que describe Fernando Savater en su diccionario de filosofía.
Si no, fíjense, nunca falta un loco que venga del chavismo o de la oposición, o simplemente de la patria negativa de la rabia que termine cayéndole a piedra a algún medio, pidiendo su cierre, hostigando a sus trabajadores, carajeando reporteros o rompiendo cuanto coroto encuentra cuando logra incursionar en las instalaciones de alguno de ellos.
Para que vean, que las dictaduras empiezan por uno mismo, por el virus de ese «micro-binladismo»(...)
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