quarta-feira, 2 de abril de 2008

En la OTAN se exige de Alemania un mayor compromiso militar en el sur de Afganistán

En la OTAN se exige de Alemania un mayor compromiso militar en el sur de Afganistán. Un tema delicado para el gobierno alemán, ya que la mayoría de la población lo rechaza. Ahora viene ayuda de parte inesperada.
En el cumbre de la OTAN en Bucarest, Rumania (2.4. al 4.4.) deben resolverse algunas cuestiones fundamentales: ¿cuál es el estado de la alianza? y ¿debe ser ampliada la OTAN o es mejor consolidar las relaciones entre los actuales miembros?
La conferencia no desata en el Gobierno alemán ni nerviosismo ni euforia. Ninguna euforia, porque de la cumbre no se esperan resoluciones de mucho calado. Pero tampoco nerviosismo, porque Alemania ya no teme mayores presiones de los aliados para que envíe tropas de combate al sur de Afganistán.
El último resto de inseguridad lo ha despejado justamente George W. Bush. En una entrevista con un diario alemán, el presidente norteamericano manifestó comprensión para con la posición alemana: una misión de reconstrucción en el norte sí, pero tropas de combate en el sur no.
No sólo en el gobierno alemán se ha registrado una reacción de alivio. También en el Parlamento, que es el que decide acerca de las misiones militares de las Fuerzas Armadas alemanas en el exterior.
Walter Kolbow, vicepresidente del grupo parlamentario socialdemócrata, dice: “Que Alemania envíe soldados al sur no es posible. Ello lo ha aceptado ahora el presidente Bush. Se trata de un resultado central de la cumbre de la OTAN, que sin duda influirá también sobre otros jefes de Gobierno y de Estado.”
Como el gobierno alemán no espera ahora más problemas, puede dedicarse por completo a su estrategia en Afganistán: paralelamente a la intervención militar, impulsar sobre todo la reconstrucción civil y armonizar ambos elementos. Alemania espera ahora de la OTAN mayores esfuerzos en ese sentido.
Bush no parece dejarse impresionar por las protestas rusas ante la posibilidad de tener próximamente dos países miembros de la OTAN directamente delante de las narices y apoya sin reservas el ingreso tanto de Georgia como de Ucrania.
En efecto, Moscú no ofrece, tampoco 17 años después del colapso de la URSS, un modelo atractivo para sus vecinos, salvo para un par de déspotas del Asia Central. Ello explica por qué Georgia y Ucrania buscan una aproximación a Occidente y garantías de seguridad.
El claro distanciamiento de ambos países de la esfera de influencia rusa hace evidente nuevamente también la irreparable desintegración del otrora omnipotente dominio ruso. La cuestión de la integración de Ucrania y Georgia a la OTAN parece ser, por lo tanto, sólo una cuestión de tiempo.
Pablo Kummetz -DW-WORLD.DE